A la hora de ahorrar energía (y por ende, dinero), es importante tener en cuenta la tecnología que tenemos disponible para hacerlo. Una opción cada vez más utilizada es la calefacción bajo consumo, debido a su efectividad y al descenso de las cuentas que debemos pagar. Aquí se explican dos opciones muy difundidas a nivel nacional, para que el usuario pueda explorarlas por sí mismo y así ahorrar dinero.
Calefacción solar: Con el advenimiento de la energía solar y el mejoramiento de los paneles en capacidad y eficiencia, la calefacción de este tipo se está convirtiendo en una opción muy rentable para aquellas personas que gastan mucho dinero en gas y en la quema de combustibles fósiles o no renovables. Su funcionamiento es muy sencillo: Se ponen paneles solares con sistemas de tubos, por donde pasa un material, generalmente agua o aire, el cual se calienta gracias a la radiación del sol. Luego, utilizando serpentinas y diferenciales de presión, el agua o aire caliente se dirige a las habitaciones que se desean calefaccionar, utilizando losa radiante o paredes por donde pasan dichas serpentinas. El circuito del aire o del agua es continuo, mientras que los paneles funcionan hasta cuando está nublado. Un reservorio de agua o aire permite que el material se continúe calentando de forma continua. Lo bueno de este tipo de sistemas es que permite poner a disponibilidad agua caliente para consumo humano.
Calefacción eléctrica: Otra opción interesante es la calefacción eléctrica, la cual, a través de placas infrarrojas, acumuladores de calor y radiadores eléctricos, permiten al usuario disminuir la cuenta de gas y la quema de combustibles fósiles. La cantidad de energía utilizada en estos casos dista mucho de los caloventores o pantallas radiantes, que llegan a consumir más de 2000 kw/h, mientras que los paneles infrarrojos consumen, en el mayor de los casos, 800 kw/h. Si a esto le sumamos un panel solar que permita darle vida a estos artefactos, estaremos ahorrando mucho dinero en el mediano plazo.
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