Cuando alcanzamos cierto estándar de vida, es normal que los gastos aumenten junto con nuestras necesidades. Es verdad que los gastos tienden a subir en la medida que nuestros ingresos son mayores, evadiendo a la esperanza que nos acomete al pensar en que si ganáramos más dinero, nuestra capacidad de ahorro sería mayor. Nada más alejado de la realidad.
Ahora bien, ¿Qué sucede cuando recortan nuestra fuente de ingresos de manera abrupta? Nuestro estándar de vida debe achicarse, y aquí vienen los “sacrificios” que uno debe realizar para volver a tener cierta capacidad de ahorrar dinero nuevamente. Son estos momentos de frugalidad los que nos hacen plantearnos sobre la importancia de ciertos “lujos” y la irrelevancia de otros.
Reduciendo nuestros gastos
A la hora de reducir nuestros gastos, sea porque nos han bajado el sueldo o porque hemos elevado nuestras necesidades más allá de lo que podemos permitirnos, existen cosas que inmediatamente pueden recortarse y así recobrar el “aire” que nos está haciendo falta y recuperar la capacidad de ahorrar dinero. Entre ellas se cuentan:
- Reducir el pago de la casa: En el caso que seamos parte de una hipoteca, podemos refinanciar la misma para pagar cuotas mensuales menores, con intereses más bajos. Aquellos que alquilan pueden optar por mudarse a una casa más chica o quizás renegociar los términos del alquiler. Es increíble, pero muchas veces es más conveniente pedir un crédito para comprar una casa que continuar alquilando, ya que el pago mensual se reduce notoriamente.
- Bajar las primas de seguros: Cambiando de compañías de seguro o pidiendo descuentos por múltiples pólizas (casa, auto, salud, vida, etc.) es una buena manera de disminur los gastos mensuales y ahorrar dinero.
- Controlar gastos de servicios: No nos damos cuenta la cantidad de dinero que podríamos ahorrar usando tecnologías más verdes, apagando las luces sin utilizar o eliminando servicios como el cable, el móvil, etc.
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